LEYENDAS URBANAS REALES.MIRA LA ULTIMA HISTORIA Y.............

NOCHE ESTRELLADA
Una joven pareja decide dar un paseo nocturno or el bosque cercano a su ciudad para ver las estrellas y el firmamento sin la polución de la urbe. En el momento de regresar a casa, el muchacho se da cuenta que el coche no arranca. Tras un rato intentándolo, él le propone a ella esperarle en el coche mientras va a pedir ayuda. Ella, aunque algo asustada, acepta. Nada más partir él, cierra bien todos los seguros.
El tiempo pasa y su novio aún no ha regresado...Siguen pasando los minutos y el miedo en ella cada vez es mayor. De repente, ella empieza a escuchar un ruido en el exterior, más concretamente en el techo del coche. Parecía como si una rama de árbol rozará con el coche por el aire que soplaba fuera. Aunque era extraño, porque no estaban próximos a ningún árbol. Aunque asustada, al final termina durmiéndose.
Al amanecer, la muchacha es despertada por la policía. Extrañada, ella abre la ventanilla y le piden que salga del coche, pero que no mira detrás de ella. Evidentemente, se volvió y vio a su novio muerto, colgando de la rama de un árbol mientras sus pies rozaban el techo del coche.
EL AGUA DE VIDA
Una pareja acaba de mudarse a un pequeño y bonito castillo que habían comprado recientemente. Curiosos, decidieron dar una vuelta e investigar todos los recovecos y escondrijos de su nueva morada. En una bodega, descubrieron varios barriles de vino y otros licores. Probaron varios de ellos. Muchos estaban deliciosos. Se notaba que debían llevar allí muchos años, lo que había hecho de ellos licores aún mejores. Siempre servían alguno de estos licores a sus amigos, cuando venían a visitarles.
Llegó el día en que un barril estuvo vacío. Pero curiosamente seguía siendo muy pesado. Decidieron abrirlo con el fin de ver lo que quedaba en el interior. Aterrorizados Ellos descubrieron que en el interior del barril había el cadáver de un hombre acurrucado.
TUVISTE SUERTE
Después de una noche con sus amigas de fiesta por ahí, una muchacha vuelve a su habitación que comparte con una amiga. Para no despertarla decide no encender la luz. Así que entra en la habitación, se pone su pijama y se mete en la cama. Todo esto en la más absoluta intimidad. Antes de dormirse escucha ruidos, cómo jadeos. Pero imagina que es su amiga que está con su novio. Así que se mete debajo de la colcha para oír lo menos posible y finalmente se duerme.
A la mañana siguiente, la muchacha se despierta y mira hacia la cama de la amiga, para ver si ésta se había despertado también. Y allí estaba su amiga.... ¡¡pero muerta!! Su cama era un charco de sangre. En la pared de encima de la cama de su amiga había escrita con sangre una frase que la hizo chillar de terror: "Tuviste suerte de no haber encendido la luz".

AMIGAS PARA SIEMPRE

Año 1982. Alicia y Sara eran dos chicas, ambas de 15 años, e íntimas amigas
desde la más tierna infancia. Vivían en el mismo barrio, estudiaban en el mismo
instituto, iban a la misma clase... en fin, eran inseparables. Sin embargo, tenían
caracteres muy diferentes. Alicia era alegre y extrovertida, mientras que Sara era
muy tímida y callada.
Cierto día, Sara le propuso a Alicia:
- ¿Por qué no hacemos un juramento de sangre?
- ¿Qué?
- Mira, por si algún día perdemos el contacto, juramos que la que muera antes de
nosotras dos, irá a avisar a la otra.
- Qué tontería, Sara, nosotras siempre estaremos juntas.
Ante la insistencia de Sara, y entre asombrada y divertida, Alicia al final aceptó
la propuesta. Ambas se practicaron un corte con una navaja en el dedo índice de la
mano derecha, y sellaron el pacto a la luz de unas velas.
Pasaron los años. Alicia había terminado sus estudios de derecho, tenía un buen
trabajo, una casa preciosa y un marido y un hijo maravillosos. Hacía mucho que no
veía a Sara, la amiga de su juventud, aunque a veces se acordaba de ella cuando se
veía la cicatriz de su dedo índice. Al final, la vida les había llevado por caminos
distintos y no habían vuelto a verse desde que acabaron el instituto.
Una noche, Alicia tuvo una horrible pesadilla: iba conduciendo, cuando de repente un
camión invadía su carril y chocaba con su coche.
Se despertó empapada en sudor, y justo en ese momento, oyó llamar al timbre de la
casa. Eran las 3 de la madrugada. Miró a su marido, que dormía profundamente a su
lado, en ese momento, el timbre volvió a sonar con insistencia. Maldiciendo por lo
bajo y preguntándose quién podría ser a esas horas, Alicia se levantó y fue a abrir
la puerta.
Cuando abrió la puerta y vio a la mujer que estaba en el porche, abrió la boca,
totalmente anonadada. Aunque había cambiado bastante, la reconoció enseguida.
Allí, terriblemente pálida, ojerosa y con una enorme herida sangrante en la cabeza,
estaba su antigua amiga Sara.
- ¡Por Dios, Sara! ¿Qué ta ha ocurrido? Entra, te curaré esa herida.
- ¡Cuánto tiempo
sin vernos!
Sara no se movió de donde estaba.
- He venido a cumplir mi promesa, Alicia. He muerto y vengo a decírtelo.
Alicia se quedó sin habla.
- Ya que la vida nos ha separado, estaremos juntas en la muerte. Te estaré
esperando...- dijo Sara levantando el dedo índice. Acto seguido, desapareció.
Alicia empezó a notar un dolor persistente en su propio dedo índice, al mirárselo
descubrió que lo tenía empapado en sangre, como si se le hubiera vuelto a abrir el
corte que se hiciera años atrás... Lanzó un alarido estremecedor y cayó desvanecida
al suelo.
Al día siguiente, despertó en su cama y pensó que todo había sido un mal sueño.
Encendió el televisor para desayunar, y lo que vio la dejó helada: la noche
anterior, a las 3 de la madrugada, había habido un accidente de tráfico: un camión
había chocado con un coche, y la conductora del mismo había fallecido en el acto.
A partir de aquél día, su vida se convirtió en un auténtico infierno. No comía, se
olvidaba de recoger a su hijo en el colegio, no rendía en el trabajo... Y todas las
noches tenía el mismo sueño, en el cual oía llamar a la puerta, y al abrir veía a
Sara levantando el dedo índice y diciendo "te estaré esperando", tras lo cual
siempre se despertaba con un dolor insoportable en su dedo lleno de sangre.
Su marido no entendía lo que le estaba pasando, los médicos no encontraban ninguna
explicación, y finalmente internaron a Alicia en un psiquiátrico.
Allí no hizo sino empeorar, ahora en sus pesadillas veía a Sara junto a su cama.
Una noche, un celador del psiquiátrico oyó un espantoso ruido de cristales rotos
que provenía de la habitación de Alicia.
Al entrar en la habitación vio que la ventana estaba rota, se asomó y vio a Alicia
tirada sobre la acera en medio de un charco de sangre. Tenía una gran herida en la
cabeza y a su lado, en el pavimento, alguien había escrito con su sangre: "AMIGAS
PARA SIEMPRE".

BOSQUE DE LOS SUICIDIOS

Una noche un hombre iba atravesando por un bosque, donde había ocurrido muchos casos de suicidio. El bosque era tan enorme que apenas se encontraban los restos. El hombre iba en coche, y con un poco de miedo, ya que conocía la fama que tenía ese bosque.

"Dios mío, no me extraña que vengan aquí a suicidarse, esto está más perdido que... eh, ¿qué es eso?"

Notó que había algo en la carretera y cuando estaba ya cerca vio que era una pareja tendida en el suelo. La chica no se movía pero el chico estaba haciendo señal pidiendo ayuda.

El hombre se bajó del coche y le preguntó: "¿Qué os ocurre, en un sitio como aquí?"

"...Vinimos a suicidarnos... Nosotros queríamos casarnos, pero nuestros padres no nos permitieron por eso vinimos aquí, pero estoy arrepentido, por favor llévanos a algún hospital..."

El hombre llevó al coche a la chica que no se movía y le ayudó al chico a subir. Corrió todo lo que podía hasta llegar a un hospital más cercano mientras oía la voz del chico..."¿Está lejos el hospital?...Por favor dese prisa..."

El coche llegó al hospital. "¡¡Socorro, por favor, hay dos que están muy grave!!" El hombre explicó todo lo que había pasado mientras sacaban a los dos de su coche. Parecía que el chico había perdido el conocimiento.

El hombre tuvo que esperar un buen rato hasta que salió el médico que examinaba a los dos. "Doctor, ¿cómo están? ¿Se salvará la vida?"

"Siéntese... Vamos a ver, según lo que explicó los encontró en el bosque, ¿verdad?" "Sí" "¿Hace cuánto tiempo?"

"Hará.. como una hora o un poco más..." "Y dice que habló con el chico." "Sí, la chica no estaba consciente pero el chico me explicó lo que pasó y todo el camino me estaba diciendo que corriera, que me diera prisa."

"Es que... es muy extraño... Los he examinado y los dos están muertos por lo menos desde hace 5 horas..."

LA VIEJA MECEDORA


Una mañana, en el pueblo donde residía había una gran subasta, debido a la demolición de una vieja casa abandonada y todos los objetos de valor que en ella se encontraba los iban a venderse.

El joven al enterarse fue rápido a ver si veía algo que llamase su interés. Pensaba que sería una buena idea encontrar algo que le sirviera para el salón y pudiera a su vez no ser un simple adorno.

Al llegar a la subasta, veía libros viejos, una lámpara de araña, algunos armarios y un baúl, pero nada que llamase su atención. La puja comenzó, hasta que de pronto vio, que se subastaba una mecedora; que por muy simple que se viese, era perfecta para el rincón del salón. Así que después de estar luchando por ese asiento, consiguió comprarlo.

Cuando llegó a su casa, abrió la caja que la contenía y la colocó en el lugar que había dispuesto para ella. Cómoda, confortable y barata, era perfecto para sus horas tanto de lectura como de sueño.

Los días pasaban sintiéndose más orgulloso de la buena compra que había hecho, sin arrepentirse de nada, pues comía y se echaba su pequeña siesta o a veces se ponía delante de algún libro a leer, balanceándose horas y horas.

Una noche de tormenta oyó el crujir de la madera, pero pensó que aquel estruendo lo generaban los árboles de la calle, se fue a dormir, porque por la mañana tendría que madrugar para ir a trabajar.

Al día siguiente hacia su vida como siempre, hasta que llegaba la noche y volvía a oír ese extraño sonido, no produciéndola ni la tormenta, ni el viento; sonando en el interior de la casa. Bajó a ver lo que pasaba, pero todo estaba en calma; lo más seguro que fuese que estaba soñando pues eran las tres y media de la mañana.

El tiempo pasaba, haciéndose cada vez más repetitivo cuando daban las tres, pero siempre bajaba, lo revisaba todo, miraba cada rincón, pero no hallaba nada.

Una noche no podía conciliar el sueño y se puso a leer a altas horas. Dieron las tres de la mañana y allí seguía con su lectura, pasando páginas y más páginas, hasta que se levantó a por un vaso de agua.

Mientras se encontraba en la cocina oyó ese maldito ruido que lo tenía nervioso, pues no sabía de donde provenía, observando que delante de sus ojos se movía la mecedora incesantemente. Pero allí no corría el viento por ninguna parte y lo que fue más curioso que al ponerse delante del asiento, se paró en seco. El muchacho no podía creer lo que veía, pensaba que había leído demasiado y era todo producto de su imaginación.

Al día siguiente se acerco a los que le vendieron la mecedora, para buscar respuestas a lo que le ocurrió, pero nadie le pudo contestar. Marchándose para su casa, sintiendo que lo sucedido la noche anterior fue desvaríos debido al cansancio.

Dando el reloj las tres de la mañana, se escuchó de nuevo ese infernal ruido. El chico no salía de su asombro, pero todo esto debía de acabar, no podía continuar así, se tenía que deshacer urgentemente de ese condenado mobiliario.

Bajando cada peldaño de la escalera hasta llegar al final, se topó delante de la mecedora, que se movía cada vez más ligera. Sin pensarlo actuó rápidamente dirigiéndose hacia ella, pero de repente cuando la fue a cogerla, un escalofrío atravesó su cuerpo, al sentir que una mano se posó en su hombro.

A la mañana siguiente un compañero suyo de trabajo, se extrañó de que no fuera como cada día, pues siempre era muy puntual y si estaba enfermo, siempre llamaba para avisar.

Acercándose a la casa donde vivía el joven, nadie respondía a las llamadas del timbre hasta que se fijó que la puerta estaba entreabierta; adentrándose en el lugar, no podía ni imaginar lo que allí veían sus ojos. Pasó la entrada encontrandose con la figura de su compañero muerto, sentado en la mecedora, con los ojos fuera de sus órbitas, mientras que sujetaba su libro,.

Los días pasaron desde aquel nefasto suceso, algunos pensaban que murió de forma natural, otros que se suicidó con algún veneno, pero sois los únicos que podéis juzgar por vosotros mismos; yo, a decir verdad, os dejo que saquéis conclusiones de todo esto, mientras que saco a subasta UNA VIEJA MECEDORA…
LA OUIJA
Clara,una joven estudiante de periodismo acaba de llegar al pueblo para pasar sus vacaciones. No tarda en conocer a Víctor (Ricard Sales), un apasionado de las ciencias ocultas. Ellos dos y tres amigos más vivirán una experiencia divertida, al principio, y peligrosa: hacer una sesión de ouija.Una casa abandonada, cinco jóvenes y una tabla de ouija. Para sorpresa de todos, la tabla empieza a moverse desde el principio. Un enigmático ser, que dice llamarse Audscias se comunica con los jóvenes a través de la ouija, proponiéndoles juegos eróticos e insinuantes que provocan la curiosidad de todos. Una sesión tras otra el extraño ser pierde paulatinamente su aparente inocencia y empieza a poner a prueba a los participantes, exigiéndoles que hagan cosas para él. Uno de ellos se rebela y, poco después, sufre un brutal accidente.El grupo se divide entre los que creen que ha sido una casualidad y los que creen que es un castigo del llamado Audsesd.
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